Si estás empezando a leer y no viste el artículo anterior, te invito a leerlo antes de continuar. Este es la continuación de una serie acerca de los suplementos nutricionales.
Aquí te dejo algunos datos que pueden ilustrarte de en qué manera el déficit nutricional puede ocurrir y por lo cual se recomienda suplementar de manera supervisada según la condición individual:
- El consumo de cafeína reduce la absorción de zinc, hierro y cromo. Esta, además aumenta la salida de calcio por la orina y disminuye las vitaminas del complejo B.
- La nicotina y otros aditivos de los cigarrillos, disminuyen la vitamina D, vitamina C. Disminuye las concentraciones de B1, B2, B5, B12, ácido fólico y Selenio. Reduce la absorción de calcio.
- El alcohol drena la vitamina C y ciertas vitaminas del complejo B.
- La leche contiene vitamina D sintética que impide la absorción del calcio.
- La agricultura intensiva ha agotado los suelos de los minerales más importantes, como por ejemplo el magnesio. Un tomate orgánico contiene, por ejemplo, unos 200 mg de magnesio, mientras que un tomate “normal” contiene sólo 2 mg.
- Los nitratos en las hortalizas se convierten en nitrosaminas, destructores de vitaminas.
- El abuso de proteínas aumenta la necesidad de varios nutrientes, sobre todo de calcio.
- Las bebidas gaseosas/refrescos desmineralizan los huesos, por su contenido de ácido fosfórico (E338).
- Los antibióticos, usados habitualmente en granjas avícolas y en la cría intensiva de ganado, alteran la flora intestinal y a su vez el mecanismo de absorción de muchos nutrientes.
- La obesidad y sobre peso en sí mismas son un factores que contribuyen a la deficiencia de micronutrientes. La mayoría tienen deficiencia de vitamina D. Se ha reportado que la prevalencia de esta deficiencia llega hasta el 90% en pacientes con obesidad. La deficiencia de hierro y ácido fólico es también común, igual que de vitaminas B1, B12, A, E, K, zinc, cobre y calcio.
Y podría darte muchos datos más. Tal vez no te habías percatado de estos factores en tu nutrición, ¿verdad?.
Por otro lado tenemos situaciones particulares que aquí te resumo que ameritan una mirada y que necesitan suplementación especial supervisada en la mayoría de los casos. Siempre siguiendo el criterio del profesional a cargo.
Embarazo y lactancia, etapas vitales en las que el aporte de algunos nutrientes es crítico. Se recomienda suplementar con folato, al menos cuatro semanas antes de la gestación y durante el primer trimestre, para evitar defectos del tubo neural. Yodo y hierro, a discreción del médico y de los niveles en el organismo de la embarazada.
Fármacos: hay fármacos que son necesarios por largo tiempo o para el resto de la vida. Muchos de los medicamentos de uso continuo interfieren con la absorción o el metabolismo de algunos nutrientes (interacciones fármaco-nutriente). Es el caso por ejemplo de algunos antidepresivos, que aumentan las necesidades de folato, o de los antiácidos, que dificultan la absorción de la B12. La Metformina, fármaco número uno en prevención y tratamiento de la diabetes tipo 2, también se asocia con deficiencia de B12.
Dietas especiales: Un ejemplo son las dietas restrictivas de una persona tras una cirugía bariátrica. Se sugiere incluso la suplementación antes de las cirugías por los déficits que tienen de por sí, los pacientes obesos. La sociedad americana de cirugía bariátrica y metabolismo tiene estandarizada la guía de suplementación según el tipo de cirugía. Otro ejemplo es el veganismo. Especialmente cuando es mal llevado, la suplementación con vitamina B12 podría ser indispensable. También omega 3 de cadena larga, podría ser recomendable. Otras dietas restrictivas pueden conllevar otro tipo de carencias, que deben ser evaluadas.
Enfermedades: Problemas digestivos asociados a una microbiota alterada o a síndrome o enfermedad del intestino irritable pueden dificultar la absorción de nutrientes, precisando por tanto un mayor aporte. También la desnutrición como enfermedad, las diversas anemias. El estrés oxidativo producido por el desequilibrio entre los radicales libres y los mecanismos antioxidantes, puede afectar la integridad y la funcionalidad de las membranas lipídicas, las proteínas y los ácidos nucleicos, lo cual ha sido implicado en muchas enfermedades crónicas como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y las enfermedades neurodegenerativas.
Deporte: La actividad física con cierta intensidad y frecuencia puede aumentar las necesidades de algunas vitaminas como B1, B3 o B6 o algunos minerales como calcio, magnesio o hierro, además de proteínas o carbohidratos. En los deportes competitivos agregamos el factor estresante de tensión física y emocional con los consiguientes cambios en las demandas.
Por otro lado están las técnicas de cocinado. Dependiendo de cómo cocinemos los alimentos, podemos estar perdiendo nutrientes. Es lo que pasa con las vitaminas del grupo B al cocer verduras y tirar el agua: perdemos la mayor parte del folato, más de un 50% de B1 (tiamina), y otras vitaminas o minerales.
También quiero agregarte la absorción, uso y eliminación de micronutrientes ligada a la genética personal. Esto puede hacer que algunas personas necesiten más de lo normal de algunos nutrientes para una salud óptima.
Esto que te comparto es solo una parte de lo que ocurre. Espero que sea suficiente para que entiendas de donde vienen muchas de las deficiencias. También que entiendas las condiciones individuales en las que se existe la necesidad de una suplementación sensata y especial diseñada para cada condición, edad, sexo y costumbres.
Con todo lo anterior quiero que te quede claro que las recomendaciones generales son eso, generales. Como ya leíste, hay numerosos condicionantes que hacen necesario aumentar el aporte de algunos nutrientes concretos. Esto solo puede hacerse a partir de un abordaje personalizado, con una valoración individual.
Lógicamente, hay que intentar que la dieta sea completa y equilibrada primero, con alimentos bien escogidos, de gran variedad y calidad, aun así, puede ser oportuna la suplementación.